Chiang Mai visto por Gaby

Desde que decidí cambiar de destino he intentado mil veces explicar por que me atrae tanto Tailandia y mas concretamente Chiang Mai. Y no hay manera. Sé que parezco un pirado. Y no es culpa de mis interlocutores. Mas allá de los tópicos y de las razones evidentes, Chiang Mai tiene una magia especial que no soy capaz de transmitir.He pedido la colaboración a Patricia, Francisco y Gaby para que me echen una mano. A ver si entre los cuatro somos capaces de contar esa magia de la que hablo. Aquí va lo que Gaby ha escrito.

Erase una vez un lugar donde las gentes eran felices. No es que no tuvieran problemas, no. Era su forma de ver las cosas y de afrontar la vida: «Sanuk» significa optimismo, alegría. Un lugar donde nunca ví a nadie enfadado. Un lugar inimaginable en Europa.

Erase una vez una ciudad que olía a especias de mercadillo, a espíritus, a elefante, a falda de Buda, a fiesta nocturna, a imparable tromba de agua.

Erase una vez una ciudad que parecía un pueblo. El caos de tráfico y las prisas contrastaban con la paciencia de sus habitantes y con la quietud de sus templos. Una ciudad donde lo perros eran tranquilos, sin ladrar, sin agresividad. Te miraban indiferentes desde sus siestas y como mucho se acercaban a saludarte moviendo el rabo.

Erase una vez un lugar donde muchos extranjeros habían encontrado su sitio, dejando atrás muchas cosas terrenales.

¿Seguirá siendo igual Chiang Mai, el paraíso de las sonrisas?

3 pensamientos en “Chiang Mai visto por Gaby

  1. Gabi, que artista… es dificil superar tu descripcion, pero haremos lo mejor…aunque cierto es que hay que partir de la base de que chiang mai solo se puede entender si lo vives. Esa suerte hemos tenido,ja! a ver si puedo acabar lo que empecé y lo publico.

  2. Lo intento, juro que lo intento pero soy incapaz de imaginar un sitio en que la sonrisa en la cara de la gente me influya tanto en mi propio estado de ánimo. Quiza soy demasiado uraño o me es que cada vez me importa menos la gente extraña.
    Por que una cosa que odio es Disneylandia, donde todos son sonrisas y gente pasandolo bien. Me estaré haciendo viejuno?

  3. La descripción de Gaby me ha recordado (mucho) a Cuba, excepto por lo del elefante. La alegría de la gente allí es indescriptible, máxime cuando ahora sí, estamos hablando de un país de supina pobreza, donde los que mendigan (en la capital y a los turistas, en el resto no) te ofrecen la misma sonrisa y simpatía cuando te piden que cuando les dices que no. Igualito que en España.
    Recuerdo a Isabel, la dueña de un “paladar” en La Habana Vieja, que se partía el culo cada vez que contaba que le pedían 1000$ por arreglar su viejo carro, que llevaba meses parado en la puerta de su casa, y que allí se iba a quedar por los siglos.

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